MISIÓN MALVINAS - BANDA DE HERMANOS



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Este foro reune a quienes compartimos la Pasión por Malvinas. Veteranos de Guerra y simples ciudadanos que nos sentimos orgullosos de esta Gesta y nuestra Patria.


3 participantes

    1982 - 14 de junio - 2012 Lo que nunca perderemos.

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    HernanF1
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    Mensajes : 328
    Fecha de inscripción : 24/10/2011

    1982 - 14  de junio - 2012 Lo que nunca perderemos. Empty 1982 - 14 de junio - 2012 Lo que nunca perderemos.

    Mensaje por HernanF1 Jue Jun 14, 2012 4:41 pm

    Un día muy triste para muchos de nosotros sin embargo me parece interesante rescatar la emoción del reencuentro entre las familias y los que volvieron, flor de veteranas y veteranitos que hicieron su esfuerzo desde el continente para bancar a sus padres, hermanos o familiares en general.

    El fin de la guerra: de la angustia al inolvidable reencuentro.

    Dicen que la herida cerró. O está a punto de hacerlo. Pero saben que la huella interior que les dejaron esos 74 días de guerra -mientras velaban a sus hombres que combatían en Malvinas, mientras trabajaban para sostener como podían su casa y mientras criaban solas a sus hijos- nunca se borrará.
    El final de la angustiante espera llegó el 14 de junio de 1982, cuando el general Mario Benjamín Menéndez, el gobernador militar argentino, firmó la rendición ante el general Jeremy Moore, a cargo de las tropas británicas. No ajenas a la decepción por la derrota, ese lunes de junio la tranquilidad de que todo había terminado y la esperanza de volver a encontrarse con su ser amado comenzaban a brotar dentro de Adriana Correa, Carmen Villegas y Mirta Carballo, parejas de ex combatientes.
    Desde hace 30 años, las vidas de estas tres mujeres están unidas por la guerra en la que murieron 649 argentinos, pero sus historias tuvieron un final feliz: sus hombres volvieron vivos. Flacos, barbudos y callados, pero vivos.

    La despedida

    "Él estaba de baja en la fuerza desde noviembre del 81 porque teníamos un nene. El 2 de abril vimos que se había desembarcado en las islas y me dijo: 'Vas a ver, en una semana me llaman'. Y fue así: el 8 le llegó la carta y el 10 lo llevaron. No pude ni despedirlo", relata a LA NACION Adriana, que tenía 18 años cuando Carlos Correa entró en combate como miembro de la Compañía Tacuarí del Regimiento 3 de Infantería General Belgrano. Él apenas tenía 19 años, ya era padre y defendía su patria con un fusil encima.
    Así se enteraron estas mujeres de que sus hombres iban a la guerra. Casi sin anestesia. Carmen, que por entonces estaba de novia con Manuel Villegas, recuerda que fue como un "hasta luego". "Un día se fue al cuartel a trabajar y no volvió. Él me venía diciendo que podía ocurrir...nos despedimos tres días seguidos, pero uno no toma conciencia de que puede ser de un momento a otro", admite ante este medio la mujer de quien fuera uno de los sargentos en la Compañía Tacuarí.
    Le di un beso así nomás y me fui como si fuera a la esquina; capaz era la última vez que la veía a ella y a mis hijos
    Quien ya se imaginaba algo era Mirta, que hasta le reprochó en broma a su marido, Pablo Carballo, sus ganas de entrar en combate: "Ojalá que te lleven porque ya no te aguanto más", le dijo un día. Su esposo recibió la orden de despegue el 17 de abril. Era el segundo en el 1° Escuadrón de la Quinta Brigada Aérea de Villa Mercedes, San Luis.
    "Le di un beso así nomás y me fui como si fuera a la esquina, aunque capaz era la última vez que la veía a ella y a mis hijos", cuenta Pablo, que prefirió hablar él para esta entrevista.

    La vigilia

    Mientras los hombres entraban en combate a unos 2000 kilómetros de distancia, las mujeres luchaban frente a la adversidad del día a día. Tenían hijos que criar, trabajo que cumplir y una casa que mantener.
    "Por más que tuviese tres años, sintió la falta del padre. No comía, no dormía y se enfermó", dice Carmen, que llevó a la hija que tenía con Manuel, Silvana, a la casa de su suegra en Córdoba para que mejore. Los días de Carmen en Buenos Aires se volvieron rutinarios: rezaba, trabajaba en la cocina de una clínica y escuchaba las noticias. "De la angustia casi no podía dormir", señala.
    Adriana no sólo tuvo que cuidar al pequeño Cristian, que cumplió su primer año el mismo día que su padre llegó a Malvinas. A las pocas semanas de comenzada la guerra, se enteró que estaba nuevamente embaraza.
    "Los nervios y la angustia hicieron que tuviese un embarazo de miércoles. Estuve con valium hasta el quinto mes", afirma Adriana. Para ahorrar gastos, se mudó a la casa de sus padres en San Martín y salió a buscar trabajo con un bebe en brazos y otro en camino. "Cuando mi marido vino no había para comer -afirma-, pero no teníamos ninguna deuda".
    A mediados de mayo, Mirta recibió un llamado del jefe del piloto A4B Skyhawk. "Tu esposo está muy loquito. Hacé algo porque lo van a matar", escuchó por el teléfono.
    "Yo quiero ir a darte un beso antes de que te maten. Hacé lo que tengas que hacer, que yo voy a saber cuidar a tus tres hijos", le dijo Mirta a Pablo Carballo en un llamado posterior, y a los pocos días consiguió viajar hasta Río Gallegos para estar cuatro días con él.
    "A principios de junio volvió con mis hijos y se fue a la iglesia. 'Dios, si tiene que morir que muera, pero dame las fuerzas para seguir adelante', me contó que le rezó", recuerda Carballo. "Ella en las cosa difíciles es extraordinaria. Siempre me apoyó al máximo en todo".

    El reencuentro

    El 14 de junio cayó como un baldazo de agua fría. Las mujeres de los combatientes no sabían si sus parejas estaban con vida. Habían recibido cartas de ellos, sentían que estaban conectados mirando las estrellas -como cuenta Adriana- o tenían una fe interior poderosa, pero la falta de información luego de conocerse la rendición aumentaba la angustia.
    Casi un mes después me llamó. Me quedé helada porque no sabía nada
    "Casi un mes después me llamó -subraya Carmen-. Me quedé helada porque no sabía nada". Villegas fue malherido en combate, pero uno de sus soldados -Esteban Tries- lo rescató en medio del fuego enemigo. Al enterarse de que estaba internado, Carmen viajó con su cuñada a Comodoro Rivadavia. "Estaba flaco y se había dejado los bigotes. Era raro", dice entre risas la mujer, pero asegura que ya estaba tranquila.
    "Recién el 20 junio me enteré que había vuelto -cuenta Adriana-. Mi papá había escuchado que estaba en Campo de Mayo pero no fue una noticia muy difundida". Físicamente, Carlos era otro: tenía 10 kilos menos y se le contaban las costillas. "Fue un encuentro raro y efusivo -dice ella-. Pero era él y no una alucinación".
    Tras la guerra, de vuelta en casa, comenzó otra lucha, donde las mujeres hicieron las veces de "psicólogas cama-adentro". "Durante el primer mes Carlos se levantaba a mitad de la noche porque estaba empapado en sudor. Como los combatientes no tuvieron asistencia, era llevar la situación como se podía. Escucharlo en sus palabras y en sus silencios", recuerda Adriana.
    ¿Malvinas es una herida cerrada? "Estamos más tranquilos, pero es inevitable el recuerdo. Siempre, siempre está presente", responde.
    "Cuando mi papá volvió le dimos las gracias a Dios. Pero también nos sentimos mal por las familias que perdieron seres queridos", destaca Silvana Villegas, que hoy ya tiene 35 años y junto a su madre, Carmen, recuerda que el tiempo ayudó a que Manuel hablase en familia sobre lo que vivió en la guerra. "Lo acompañamos en silencio y no quisimos preguntar hasta que él lo decidiera", expresa.
    "Un hombre que fue a la guerra no es el mismo. Una parte de él muere y la vida diaria no es la misma", reflexiona con conocimiento de causa Pablo Carballo, que destaca el apoyo de Mirta: "Mi mejor terapia fueron mi mujer y la Iglesia". Después de la guerra tuvieron tres hijos más y este año cumplen 40 de casados. "Estamos cada vez más enamorados", afirma el piloto, que por su actuación en Malvinas fue condecorado con la Cruz al Heroico Valor en Combate.
    Carmen, Adriana y Mirta no combatieron en las islas, pero lucharon contra la adversidad diaria en el continente como si estuvieran en un verdadero campo de batalla. Soportaron la soledad, la desinformación y la angustia. Se convirtieron en psicólogas, rezaron y agradecieron el regreso. Pero más allá del dolor por la guerra, se mantuvieron en pie. Y hoy, 30 años después de Malvinas, pueden decir que están tranquilas y que la herida cerró. O está a punto de hacerlo.

    Fuente: La Nación 14 de junio de 2012
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    Mensaje por Pancho Elizalde Jue Jun 14, 2012 4:51 pm

    Excelente nota. Gracias, Hernán.
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    Mensaje por rodrigocarra Jue Jun 14, 2012 5:35 pm

    Muy buena nota. Y al parecer se cumple eso de que detrás de un Gran Hombre hay una Gran Mujer. que haríamos sin ellas no se.
    Abrazo
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    HernanF1
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    Mensaje por HernanF1 Dom Jun 17, 2012 11:23 am

    Un 14 de junio caía en combate el soldado Sergio Azcarate, hoy recordado con emoción por su compañero del RIM 6, el VGM Marcelo Vallejo.


    La historia del soldado Sergio Azcarate a 30 años de su muerte.

    Sergio Omar Azcarate, un héroe de la Patria!!!

    1982 - 14  de junio - 2012 Lo que nunca perderemos. 1SergioAzcarate1982


    Sergio nació el 11 de agosto de 1962 en Lobos, provincia de Buenos Aires.
    Hizo el Servicio Militar en el Regimiento de Infantería Mecanizado 6 General Viamonte.
    Sergio se presentó como la gran mayoría de los soldados que ya estaba de baja y no dudó ante el llamado de la patria en presentarse al Cuartel, como a todos, la incertidumbre de lo que podía pasar, se terminaba cuando los soldados se encontraban con aquellos compañeros del Servicio militar, todos pensábamos en Malvinas, la Bandera, la Patria!!
    Pero había algo muy fuerte y eran los compañeros, los camaradas, si vos vas, vamos todos, y así fue como la mayoría de los soldados, para sorpresa de muchos, se presentaron para cumplir con el juramento… Defender la Bandera!!!
    En el Regimiento 6 no faltó un soldado!!!
    Sergio llegó a Malvinas el 13 de abril, y su destino y lugar de combate fue el monte Williams, siempre le puso el pecho a los trabajos, desde aquella larga caminata con el mortero con todo el equipo al hombro, casi 20 km dando todo y transmitiendo fuerzas a sus compañeros, para muchos la guerra fue corta, para Azcarate y su grupo, duro cada paso que dimos en Malvinas, hacer un pozo para un mortero pesado no era un trabajo fácil y menos y menos en aquel lugar, cargar con los cajones de municiones y esperar…
    Las guardias, las lluvias, el viento, las noches donde nos veíamos las caras por las explosiones de las bombas, tantas cosas para contar… Estaba con su grupo para dar apoyo a los compañeros que tendrían que combatir en el frente. Esa era su misión. La misión de los morteristas.
    La espera fue larga. Resistiendo muchos bombardeos a partir del primero de mayo. Nunca quebraron el espíritu de este soldado. Muchas veces puteaba y decía porque no los vamos a buscar, que esperamos? Muchos de los que estábamos en el monte sentíamos la impotencia de ver como por las noches la artillería enemiga nos tenía en alerta y sin descanso. Y pasaron los días. El frío nos calaba los huesos, pero siempre estuvo dispuesto. En las guardias interminables, en las noches que pasamos en el pozo esperando órdenes de tiro, esperando al enemigo.
    Siempre había algún alerta de infiltraciones, de bombardeos, de ataques finales…
    Y allá salía Sergio con su fusil a cuidar de aquella posición con sus compañeros. Si alguien no tenía el fusil para la guardia nunca dudaba en darle el suyo, gestos como estos no se olvidan nunca!
    12 y 13 de junio. Aquellos morteros hicieron sus primeros disparos entre los gritos de Viva la Patria!! O tomen hijos de puta!!
    El apoyo que necesitaron nuestros compañeros se pudo hacer con muchas dificultades ya que cada disparo hundía en el barro la placa base y nuestra arma quedó inutilizada entre la bronca y la impotencia de no poder seguir tirando.
    Ya no importaba el bombardeo. Malvinas era un infierno. Entonces a trabajar en la oscuridad metido con el barro hasta las rodillas, nuestro compañero no aflojaba. En un momento le pidió al resto que descansen que el los llamaría cuando aquel fierro de más de 100 kilos esté en condiciones de sacarlo. Con los pies duros pero el corazón caliente. Aquella noche se volvieron a armar los morteros.
    El 13 de junio fue un día donde cada uno se protegía como podía, ya sin pozo y a la intemperie esperamos nuevas órdenes de tiro…
    Una bomba dio de lleno en el pozo del mortero 3 donde horas antes se encontraba el grupo tirando…
    Llegó la madrugada del 14 de junio. Aquel día conseguimos algo de comida que compartimos entre todos y no es cuento cuando digo una cucharada para cada uno porque fue lo que pasó.
    Se combatía en Tumbledown a 500 o 600 metros nuestros. Todo eran gritos y órdenes. Con el amanecer del 14 de junio se veían soldados por todos lados, Sergio y su grupo firmes al pie del cañón.
    Entonces. La orden de limpiar las armas para el combate cuerpo a cuerpo. Aquel grupo era de 18 soldados. Teníamos pocos fusiles pero nadie se movió de su puesto de combate. Puedo recordar y sentir las palabras de aliento: -¡Matar o morir!
    ¿Qué más quedaba en aquella batalla? ¿Miedo? Si, por supuesto, ya no se pensaba en lo que podía pasar mañana, todo cambiaba minuto a minuto… Hasta que nos llega la orden de tomar las armas de mano, las municiones y replegarnos a Puerto Argentino.
    Tal vez la última orden y la más dura.
    Había mucha bronca porque ese era nuestro lugar y Sergio como varios compañeros se resistían a tener que irnos.
    El grupo se reunió y bajamos hasta el camino después de destruir nuestros morteros y entre discusiones por quedarnos o replegar, el nuestro, fue el último de los grupos en dejar aquel monte. Serían las 10 de la mañana. La misión se había cumplido, se había hecho mucho más de lo que todos imaginan, el olor a pólvora y humo acompañaba aquel repliegue de los soldados del 6, pero ya nos tenían en la mira y entonces las bombas empezaron a caer por todos lados, esta vez en un camino donde no teníamos refugio alguno.
    A lo lejos, el pueblo, y nosotros todavía en el campo de batalla, en el infierno.
    Sergio Azcarate, en un momento de retraso, venía con dos cajas de municiones de ametralladora, unas cajas muy pesadas que no quiso dejar a pesar del pedido nuestro. No pensaba en rendirse, el decía que esas balas nos iban a hacer falta. Con otros compañeros le pedimos que apure el paso porque teníamos que salir de esa zona, todo podía pasar en aquel momento, pero Azcarate, a pesar de la situación en que nos encontrábamos, sacó unas municiones trazantes y dijo, mostrándolas con la mano levantada -¡todavía tengo esto para estos hijos de puta!
    En ese momento una ráfaga dio de lleno sobre nosotros, volamos por el aire y cada uno se levantó como pudo. Aturdidos. Pero Sergio, nuestro compañero, nuestro amigo, no se levantó y allí quedó en paz… Qué se puede agregar!
    Para muchos un soldado más, para nosotros un soldado que no se guardó nada, compartió, se la jugó por sus camaradas, tal vez fue uno de los últimos que cayó, por eso digo que el cumplió con lo que tenía que hacer, dar apoyo a sus compañeros, resistió hasta el último día y cayó con honor.
    Cuando se llenan la boca hablando de lo profesionales que eran los soldados ingleses...
    Este héroe de la patria soportó casi 70 días en un pozo, combatió, dio su vida y no pidió nada a cambio.
    POR DEFENDER SU BANDERA. POR DEFENDERTE A VOS...
    ESTOS HEROES DE LA PATRIA NOS PIDEN QUE NO LOS OLVIDEMOS…
    HONOR Y GLORIA A NUESTROS HEROES DE MALVINAS!!!
    Y A LOS 11 GUERREROS DEL REGIMIENTO 6 VIVA LA PATRIA!!!
    VOLVEREMOS!!!



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