Me dirijo a usted, ciudadano argentino/a que, en el ejercicio de los derechos que nos asisten a todos los nacidos en suelo patrio, es adverso a la gestión de gobierno de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. Posiblemente usted sea un acérrimo opositor, o sencillamente este disconforme con las políticas del actual gobierno nacional. Muy posiblemente le asista la razón en algunos o varios temas de gestión, o simplemente tenga una preferencia política e ideológica diametralmente opuesta a la que profesa la Presidenta. Cualquiera sea su opción -excepto aquellas que no respeten la democracia y sus reglas-, usted es igual en derechos y deberes como todos los argentinos, y por consiguiente, sujeto de tolerancia y respeto.
Le decía, compatriota, que un argentino/a puede diferir con las políticas del gobierno en general, y puede también ser "anti" porque así le viene en gana, sin más argumentos que lo visceral. Pero los ciudadanos, así como tenemos derechos y deberes, también tenemos obligaciones no dictadas por ley alguna pero sí establecidas por la conciencia colectiva que hace al sentir nacional cuando nos consideramos orgullosos de la tierra donde nacimos y de sus valores.
Ayer vi, desde la lejanía donde me hallo, el discurso -no leído, por cierto- de la Presidenta ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. No sólo fue una pieza oratoria perfectamente hilvanada y coherente, sino fundamentalmente constituyó una ponencia armada hasta los dientes de argumentos históricos, políticos y jurídicos que fortalecen la posición argentina en la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Cuando la oía no pude evitar recordar a figuras preclaras de la historia de la diplomacia argentina como Luis María Drago, creador de la Doctrina que lleva su nombre y que marcó un hito en el Derecho Internacional Público; a nuestro primer Premio Nobel de la Paz, el canciller Saavedra Lamas, arquitecto de la paz entre Bolivia y el Paraguay y que por su contribución al fin de la Guerra del Chaco obtuvo el galardón y que además con dicha gestión esbozó uno de los primeros sistemas ad hoc de resolución de conflictos entre Estados, en este caso, cuando aún no existía tal disciplina desarrollada ni se habían fundado todavía las Naciones Unidas; recordé también la tradición de neutralidad ante las conflagraciones mundiales inaugurada por don Hipólito Irigoyen y continuada por los gobiernos en cuyo contexto nació el peronismo; rememoré nuestra casi impecable tradición de no intervención en conflictos ajenos como palmariamente quedó demostrada con nuestra no participación en la Guerra de Corea, o en la intervención en Santo Domingo, y otras más; y ya más cerca, por el contrario nuestro compromiso activo en los espacios de construcción y mantenimiento de paz, ejerciendo labores de desminado y asistencia humanitaria y de integración regional bajo nuevos paradigmas. Imaginé al canciller de Don Arturo Illia cabildeando por los pasillos de Naciones Unidas previo a la aprobación de la Resolución 2065, evento que marcó un antes y un después en relación nuestros reclamos en el marco de la comunidad internacional.
En cada uno de sus argumentos la Presidenta hizo vibrar la argentinidad, y no con un tono bélico sino con un sentido profundamente pacífico pero no desprovisto de la valentía que pocos han demostrado a lo largo de 30 años luego de la caída de Puerto Argentino.
Que distinto este discurso embriagado de amor a la patria pero con los pies en la tierra respetando y exigiendo respeto por las leyes del andamiaje de la comunidad internacional que la Argentina respeta y que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, ignora y desoye, que distinto a aquellas bravuconadas del dictador que una noche se durmió cipayo y al amanecer se creyó patriota. Que distinto este gobierno que no envía ni mantiene mercenarios interviniendo en terceros países, sino que manda soldados en misiones de paz, que diferencia a aquel gobierno de 1982 que colaboraba con oscuras conspiraciones "multilaterales" para avivar el fuego de guerras civiles en países exóticos entrenando y asesorando a los contendientes Inclusive que distinta la fortaleza y entereza de plantear por vez primera en el escenario del Comité de Descolonización la Cuestión Malvinas, con respeto, pidiendo solamente acatamiento a las Resoluciones de Naciones Unidas, y de otras expresiones de la comunidad internacional como la OEA, CELAC, y tantos otros foros internacionales, que distinta ésta presencia a la tímida acción de anteriores gobiernos. Que distinta esa Argentina de 1982 que no estaba totalmente acompañada por sus hermanos del continente a la de hoy no solo apoyada y acompañada por la totalidad de la comunidad de países de Latinoamérica y el Caribe sino organizada y articulada en una efectiva acción conjunta desde el Mercosur y la UNASUR rechazando presencias belicistas en nuestras islas que afectan a la paz regional.
Y a propósito del 14 de Junio de 1982 cuando fuimos derrotados en el campo de batalla, en estas tres décadas y en particular en este periodo de asunción del tema Malvinas como una política de Estado, la Argentina viene ganando batallas diplomáticas en todos y cada uno de los escenarios y foros internacionales pertinentes, centrando los derechos, irrenunciables e irrefutables sobre nuestras islas. Y si alguien gana batallas es porque hay otro que las pierde, en este caso, diplomáticas, y esto sin la pérdida de vida de un solo argentino.
Para el 2 de Abril último le decía en una carta a la Presidenta que tanto la dictadura cívico - militar como la sucesión de gobiernos constitucionales de estas últimas 3 décadas han abordado Malvinas desde la vergüenza, el olvido o la mera formalidad conmemorativa y protocolar, amén del rosario de claudicaciones y conculcaciones diplomáticas. Sin embargo, este cuadro se modificó de modo tajante a partir de la gestión de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner, y eso llena de orgullo a cualquier argentino, sea cual sea su preferencia político - partidaria.
Si usted es un argentino compenetrado con la defensa de los derechos que nos asisten por la recuperación de nuestro territorio usurpado y ocupado por una potencia militar extranjera, si usted puede dejar por un instante de lado las banderías políticas partidarias y las diferencias o rencillas internas, y puede reconocer que aún en la divergencia doméstica lo que predomina es el interés supremo de la Patria, usted es un argentino honesto y de bien; entonces se habrá sentido como yo orgulloso de la ponencia magistral que realizó nuestra Presidenta ante el mayor y mas importante foro internacional al que pertenecen las naciones del planeta.
Y si caso contrario, predomina en usted el rencor que le impide reconocer tamaña intervención que figurará en el futuro de la historia diplomática como una pieza ejemplar en la defensa de nuestros derechos, entonces usted es muy pequeño, para usted la bandera es un símbolo utilizable según conveniencias y oportunidades, para usted la patria empieza y termina en una cancha de futbol, de polo, en ropa campera y en ponerse la escarapela en fechas patrias y nada más. Para usted la patria existe en función del precio en dólares en que pueda realizar sus negocios.
Por las dudas antes de que piense que quien esto escribe es un amanuense a sueldo del gobierno, o pertenece a algún segmento de poder o sea funcionario de cualquier rango del oficialismo, le aclaro que me fui de la Argentina hace 20 años, que jamás ocupe cargo público alguno ni viví del Estado.
Estos años me gane el sustento -como buena parte los argentinos- sin ser ñoqui o hacer negociados desde la iniciativa privada a costillas del Estado. Las diferentes posiciones que ocupe en el extranjero desempeñándome en el ámbito de la comunidad internacional y sus organizaciones, no fueron producto de imposiciones del Estado nacional, los logré con esfuerzo propio.
Ah, me olvidaba, quien firma esto es un viejo soldado que a pesar de que nos gobernaba un régimen cruel e ilegítimo está orgulloso de haber estado en Malvinas vistiendo el uniforme de la Patria, uniforme con el cual, por cierto, no participe en derrocamientos de gobiernos ni torturando civiles ni matando argentinos, sino defendiendo la Patria con las armas y condiciones que las circunstancias nos permitieron. En estas fechas tan caras a quienes estuvimos en Malvinas y perdimos y enterramos camaradas, cada gesto cada acción de nuestras autoridades y de la ciudadanía tanto de a pie como de aquellos que forman parte del quehacer nacional, nos impacta. Me avergüenza la ausencia de algunos políticos en la delegación plural que acompañó a la Presidenta, me impacta la presencia de muchos otros que pusieron por delante la Nación dejando momentáneamente diferencias. Pero también me duele como ex soldado ver argentinos que se transforman en voceros del gobierno que ocupa nuestro territorio, ver tapas de diarios que parecieran dar más realce al desfile de los que fueron nuestros adversarios en el campo de batalla que a los actos donde los ex - combatientes argentinos hacen presencia. Hay muchas diferencias entre los que nos gobernaban en 1982 y el presente. Una de ellas es que ese gobierno cuando regresamos nos ocultó del pueblo y de la Nación, nos recibió como a parias. Éste, nos reconoce y lejos de avergonzarse de nosotros, nos contempla en sus acciones y enunciados, no exento seguramente de errores, pero compenetrado con la causa de Malvinas como nadie lo hizo antes. Lo que lamentablemente sigue igual a 1982 es la existencia de esos otros argentinos que hoy al igual que ayer les preocupa más sus dólares y especulaciones financieras que la sangre derramada en Malvinas. Solo tienen de argentinos el documento.
Descuento que si llego hasta el final de esta carta, usted no pertenece a esa categoría, aunque no sea simpatizante del gobierno.
Caracas, 15 de Junio del 2012.
Miguel Ángel Trinidad.
DNI 16.557.532
Ex Soldado combatiente en Malvinas, Regimiento de Infantería Mecanizado 3 Gral. Belgrano.
Le decía, compatriota, que un argentino/a puede diferir con las políticas del gobierno en general, y puede también ser "anti" porque así le viene en gana, sin más argumentos que lo visceral. Pero los ciudadanos, así como tenemos derechos y deberes, también tenemos obligaciones no dictadas por ley alguna pero sí establecidas por la conciencia colectiva que hace al sentir nacional cuando nos consideramos orgullosos de la tierra donde nacimos y de sus valores.
Ayer vi, desde la lejanía donde me hallo, el discurso -no leído, por cierto- de la Presidenta ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. No sólo fue una pieza oratoria perfectamente hilvanada y coherente, sino fundamentalmente constituyó una ponencia armada hasta los dientes de argumentos históricos, políticos y jurídicos que fortalecen la posición argentina en la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.
Cuando la oía no pude evitar recordar a figuras preclaras de la historia de la diplomacia argentina como Luis María Drago, creador de la Doctrina que lleva su nombre y que marcó un hito en el Derecho Internacional Público; a nuestro primer Premio Nobel de la Paz, el canciller Saavedra Lamas, arquitecto de la paz entre Bolivia y el Paraguay y que por su contribución al fin de la Guerra del Chaco obtuvo el galardón y que además con dicha gestión esbozó uno de los primeros sistemas ad hoc de resolución de conflictos entre Estados, en este caso, cuando aún no existía tal disciplina desarrollada ni se habían fundado todavía las Naciones Unidas; recordé también la tradición de neutralidad ante las conflagraciones mundiales inaugurada por don Hipólito Irigoyen y continuada por los gobiernos en cuyo contexto nació el peronismo; rememoré nuestra casi impecable tradición de no intervención en conflictos ajenos como palmariamente quedó demostrada con nuestra no participación en la Guerra de Corea, o en la intervención en Santo Domingo, y otras más; y ya más cerca, por el contrario nuestro compromiso activo en los espacios de construcción y mantenimiento de paz, ejerciendo labores de desminado y asistencia humanitaria y de integración regional bajo nuevos paradigmas. Imaginé al canciller de Don Arturo Illia cabildeando por los pasillos de Naciones Unidas previo a la aprobación de la Resolución 2065, evento que marcó un antes y un después en relación nuestros reclamos en el marco de la comunidad internacional.
En cada uno de sus argumentos la Presidenta hizo vibrar la argentinidad, y no con un tono bélico sino con un sentido profundamente pacífico pero no desprovisto de la valentía que pocos han demostrado a lo largo de 30 años luego de la caída de Puerto Argentino.
Que distinto este discurso embriagado de amor a la patria pero con los pies en la tierra respetando y exigiendo respeto por las leyes del andamiaje de la comunidad internacional que la Argentina respeta y que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, ignora y desoye, que distinto a aquellas bravuconadas del dictador que una noche se durmió cipayo y al amanecer se creyó patriota. Que distinto este gobierno que no envía ni mantiene mercenarios interviniendo en terceros países, sino que manda soldados en misiones de paz, que diferencia a aquel gobierno de 1982 que colaboraba con oscuras conspiraciones "multilaterales" para avivar el fuego de guerras civiles en países exóticos entrenando y asesorando a los contendientes Inclusive que distinta la fortaleza y entereza de plantear por vez primera en el escenario del Comité de Descolonización la Cuestión Malvinas, con respeto, pidiendo solamente acatamiento a las Resoluciones de Naciones Unidas, y de otras expresiones de la comunidad internacional como la OEA, CELAC, y tantos otros foros internacionales, que distinta ésta presencia a la tímida acción de anteriores gobiernos. Que distinta esa Argentina de 1982 que no estaba totalmente acompañada por sus hermanos del continente a la de hoy no solo apoyada y acompañada por la totalidad de la comunidad de países de Latinoamérica y el Caribe sino organizada y articulada en una efectiva acción conjunta desde el Mercosur y la UNASUR rechazando presencias belicistas en nuestras islas que afectan a la paz regional.
Y a propósito del 14 de Junio de 1982 cuando fuimos derrotados en el campo de batalla, en estas tres décadas y en particular en este periodo de asunción del tema Malvinas como una política de Estado, la Argentina viene ganando batallas diplomáticas en todos y cada uno de los escenarios y foros internacionales pertinentes, centrando los derechos, irrenunciables e irrefutables sobre nuestras islas. Y si alguien gana batallas es porque hay otro que las pierde, en este caso, diplomáticas, y esto sin la pérdida de vida de un solo argentino.
Para el 2 de Abril último le decía en una carta a la Presidenta que tanto la dictadura cívico - militar como la sucesión de gobiernos constitucionales de estas últimas 3 décadas han abordado Malvinas desde la vergüenza, el olvido o la mera formalidad conmemorativa y protocolar, amén del rosario de claudicaciones y conculcaciones diplomáticas. Sin embargo, este cuadro se modificó de modo tajante a partir de la gestión de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner, y eso llena de orgullo a cualquier argentino, sea cual sea su preferencia político - partidaria.
Si usted es un argentino compenetrado con la defensa de los derechos que nos asisten por la recuperación de nuestro territorio usurpado y ocupado por una potencia militar extranjera, si usted puede dejar por un instante de lado las banderías políticas partidarias y las diferencias o rencillas internas, y puede reconocer que aún en la divergencia doméstica lo que predomina es el interés supremo de la Patria, usted es un argentino honesto y de bien; entonces se habrá sentido como yo orgulloso de la ponencia magistral que realizó nuestra Presidenta ante el mayor y mas importante foro internacional al que pertenecen las naciones del planeta.
Y si caso contrario, predomina en usted el rencor que le impide reconocer tamaña intervención que figurará en el futuro de la historia diplomática como una pieza ejemplar en la defensa de nuestros derechos, entonces usted es muy pequeño, para usted la bandera es un símbolo utilizable según conveniencias y oportunidades, para usted la patria empieza y termina en una cancha de futbol, de polo, en ropa campera y en ponerse la escarapela en fechas patrias y nada más. Para usted la patria existe en función del precio en dólares en que pueda realizar sus negocios.
Por las dudas antes de que piense que quien esto escribe es un amanuense a sueldo del gobierno, o pertenece a algún segmento de poder o sea funcionario de cualquier rango del oficialismo, le aclaro que me fui de la Argentina hace 20 años, que jamás ocupe cargo público alguno ni viví del Estado.
Estos años me gane el sustento -como buena parte los argentinos- sin ser ñoqui o hacer negociados desde la iniciativa privada a costillas del Estado. Las diferentes posiciones que ocupe en el extranjero desempeñándome en el ámbito de la comunidad internacional y sus organizaciones, no fueron producto de imposiciones del Estado nacional, los logré con esfuerzo propio.
Ah, me olvidaba, quien firma esto es un viejo soldado que a pesar de que nos gobernaba un régimen cruel e ilegítimo está orgulloso de haber estado en Malvinas vistiendo el uniforme de la Patria, uniforme con el cual, por cierto, no participe en derrocamientos de gobiernos ni torturando civiles ni matando argentinos, sino defendiendo la Patria con las armas y condiciones que las circunstancias nos permitieron. En estas fechas tan caras a quienes estuvimos en Malvinas y perdimos y enterramos camaradas, cada gesto cada acción de nuestras autoridades y de la ciudadanía tanto de a pie como de aquellos que forman parte del quehacer nacional, nos impacta. Me avergüenza la ausencia de algunos políticos en la delegación plural que acompañó a la Presidenta, me impacta la presencia de muchos otros que pusieron por delante la Nación dejando momentáneamente diferencias. Pero también me duele como ex soldado ver argentinos que se transforman en voceros del gobierno que ocupa nuestro territorio, ver tapas de diarios que parecieran dar más realce al desfile de los que fueron nuestros adversarios en el campo de batalla que a los actos donde los ex - combatientes argentinos hacen presencia. Hay muchas diferencias entre los que nos gobernaban en 1982 y el presente. Una de ellas es que ese gobierno cuando regresamos nos ocultó del pueblo y de la Nación, nos recibió como a parias. Éste, nos reconoce y lejos de avergonzarse de nosotros, nos contempla en sus acciones y enunciados, no exento seguramente de errores, pero compenetrado con la causa de Malvinas como nadie lo hizo antes. Lo que lamentablemente sigue igual a 1982 es la existencia de esos otros argentinos que hoy al igual que ayer les preocupa más sus dólares y especulaciones financieras que la sangre derramada en Malvinas. Solo tienen de argentinos el documento.
Descuento que si llego hasta el final de esta carta, usted no pertenece a esa categoría, aunque no sea simpatizante del gobierno.
Caracas, 15 de Junio del 2012.
Miguel Ángel Trinidad.
DNI 16.557.532
Ex Soldado combatiente en Malvinas, Regimiento de Infantería Mecanizado 3 Gral. Belgrano.