Muestra como se utilizó y aún se utiliza en los distintos institutos militares del mundo la Guerra de Malvinas para estudio.
Autor:
Almirante Harry Train (EEUU).
Fue comandante de la Flota del Atlántico de la US Navy y del componente naval de la NATO durante el año 1982. Está retirado. Da conferencias en diversos claustros.
MALVINAS: UN CASO DE ESTUDIO
En el Hemisferio Sur, se lo llama "Conflicto de las Malvinas"; en América del Norte y Europa, "Conflicto del Atlántico Sur". Los británicos lo llaman "Guerra del Atlántico Sur".
En la Universidad de Defensa Nacional de los EE.UU. donde dicto el Curso Final para generales y almirantes recientemente promovidos, nosotros enseñamos, entre otros temas, dos casos dignos de especial estudio: uno es el de la crisis de Grenada, la que estudiamos y discutimos porque, aunque los EE.UU. triunfaron y lograron sus objetivos, nuestros militares cometieron muchos errores y la operación pudo haberse realizado en forma más satisfactoria.
Muchos de mis alumnos participaron en los combates en Grenada y por eso ellos tienden a justificarse en base a razonamientos dictados por la emoción y están propensos a interpretar o racionalizar decisiones según criterios que, vistos retrospectivamente, no fueron los mejores.
Por eso enseñamos un segundo caso de estudio, en un evento político-militar en que los EE.UU. fueron sólo observadores y no participantes. Este segundo caso es el Conflicto de las Malvinas. Este conflicto rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para que nuestros generales y almirantes examinen una compleja construcción diplomática y comprueben cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático dando por resultado la guerra. Es también posible examinar un período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la historia militar moderna.
Este segundo caso brinda una oportunidad a los generales y almirantes norteamericanos que justamente examinan las ventajas de las organizaciones conjuntas de defensa, para observar la nueva estructura de comando conjunto argentina, que en la práctica fue conjunta sólo de nombre. En este caso hubo también lecciones para el Congreso de los EE.UU., útiles para la aprobación de la organización de defensa de nuestro país. Y el conflicto también fue una oportunidad para verificar el impacto de la suerte en el resultado de una guerra.
-¿Hubieran sido diferentes los resultados, si la televisión británica no hubiera comunicado erróneamente la zarpada de dos de sus submarinos nucleares desde Gibraltar hacia las cercanías de las Islas Georgias del Sur el 26 de marzo?
-¿Hubieran sido diferentes los resultados, si el viento y el mar no hubieran estado en calma el 1º de mayo?
-¿Hubieran sido diferentes los resultados, si las 14 bombas que penetraron en los cascos de buques de guerra británicos sin explotar, hubieran explotado?
-¿Hubiera sido diferente el resultado si los torpedos Telefunken argentinos hubieran funcionado como debían?
-¿Hubieran los mismos ingleses reaccionado usando su fuerza militar si no hubieran habido huelgas en las minas de carbón de Gran Bretaña?
Y finalmente el conflicto provee la oportunidad, con el beneficio de un análisis retrospectivo, para examinar el impacto de algunas decisiones como el fracaso argentino en prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar los A4 y Mirage; el no empleo de buques de carga para transportar artillería pesada y helicópteros a las islas entre el 2 y el 12 de abril; la división de las fuerzas de Ejército Argentino entre las Islas Soledad y Gran Malvina; la decisión argentina de no explotar la crítica vulnerabilidad en Fitzroy y Hoya Chasco (Bluff Cove) y la decisión británica de atacar al Crucero "General Belgrano".
Analizamos el curso que la guerra terrestre pudo haber tenido si las fuerzas de la Isla Gran Malvina hubieran estado en San Carlos, forzando en consecuencia a los británicos a establecer su cabeza de playa en la Isla Gran Malvina en lugar de la Isla Soledad, porque esto es lo que ellos hubieran hecho.
Mi ventajosa ubicación durante el conflicto fue la de Comandante en Jefe de la Flota del Atlántico de los EE.UU. y Comandante Supremo de la NATO en Atlántico. En ese cargo yo no tenía rol que no fuera el de observador de un conflicto que enfrentaba a dos preciados amigos. Como mi amigo Horacio Fisher, en aquel entonces oficial de enlace argentino en mi Estado Mayor nos podrá decir, nosotros no recibíamos mucha información sobre el curso de la guerra en mi Comando de Norforlk. Nuestras apreciaciones allí previeron la victoria argentina hasta las semanas finales de la lucha, puesto que ignorábamos algunas de las decisiones cruciales, cuya adopción hiciera que nuestro pronóstico fuera erróneo.
Lo que voy a compartir con Uds. es mi visión personal del Conflicto de las Malvinas, producto de meses de estudio de informes y registros y de entrevistas con los principales jefes de ambos bandos. Estos estudios resultaron difíciles porque los informes y entrevistas reflejaban conflictivas percepciones sobre lo ocurrido antes y durante algunos eventos políticos y militares críticos. Ello, en sí mismo instructivo, ya que refleja muy correctamente el sentido de la expresión "niebla de guerra". En mis estudios, yo he tenido libre acceso a los líderes argentinos y británicos, a documentos y a análisis realizados luego del conflicto.
Mientras yo relato este doloroso episodio de la historia, ustedes mentalmente podrán ir analizando en qué medida cada contrincante adhirió a los principios militares de objetivo, ofensiva, masa, maniobra, simplicidad, seguridad, sorpresa, economía de la fuerza y unidad de comando.
Mientras el estudio completo comprende la cronología de todos los hechos, de acuerdo con los registros de ambos bandos, las primeras bases para análisis por los alumnos están constituidas por una serie de ensayos que he escrito concretando los diversos aspectos del conflicto, incluyendo: el preludio diplomático; el derrumbe de la disuasión resultante de percepciones de la política de defensa británica posterior a la Segunda Guerra Mundial; el reconocimiento del problema y la planificación inicial de ambos bandos; y el incidente Davidoff.
Entendiendo el problema
Si los sucesivos gobiernos argentinos han podido haber considerado el uso de la fuerza militar como un ingrediente o en sustitución de los medios diplomáticos para recuperar la soberanía sobre las Malvinas, esas acciones fueron desalentadas por la percepción de las capacidades militares británicas y por la decisión británica de usar esas capacidades para defender sus intereses. En ningún momento previo al envío de fuerzas militares argentinas a Puerto Argentino el 2 de abril de 1982, la Junta pensó que los británicos iban a responder con la fuerza militar.
Ni tampoco en ningún momento previo o durante el conflicto de Malvinas, los jefes militares argentinos creyeron que la Argentina podía prevalecer en una confrontación militar con Gran Bretaña. Estas dos creencias dominaron el proceso de toma de decisiones de la conducción política y militar argentina, antes y durante el conflicto.
El conflicto fue el resultado de décadas de persistente determinación de la parte argentina para recuperar la soberanía sobre las Islas Malvinas y de persistente determinación de los sucesivos gobiernos británicos de respaldar la autodeterminación de los habitantes de esas islas.
Esas actitudes se mantuvieron balanceadas durante muchos años, por una confluencia personalidades, y de aptitudes políticas (en ambos bandos); la habilidad de la Falkland Islands Company para influir sobre las decisiones políticas en Londres y una cambiante percepción del poder militar británico y del interés nacional británico, formaron la base de las decisiones en ambos bandos que dieron por resultado el conflicto.
Agreguemos a esto el desgaste del Partido Conservador que estaba en el poder en Gran Bretaña, el creciente descontento laboral en ese país, una sensación de amenaza de muerte en el ánimo de los jefes de la marina británica y el escenario estaba preparado para el intrincado esquema de decisiones que siguió.
Aproximadamente mil vidas se perdieron en el conflicto, casi una por cada dos habitantes de las islas. Treinta buques de combate y apoyo fueron hundidos o averiados y ciento treinta y ocho aviones destruidos o capturados. Los "intereses" de los habitantes de las islas fueron exitosamente defendidos por los británicos y los esfuerzos argentinos para recuperar soberanía sobre las islas fracasaron. La marina británica recuperó su importancia a los ojos de los dirigentes políticos de ese país y los militares argentinos fueron reemplazados por un gobierno civil.
La mayor parte de los textos y tratados relacionados con la soberanía en las Malvinas, dedican cientos de páginas a los ciento cincuenta años de puja diplomática. Los argentinos dan mucha importancia a cada paso de ese proceso y profesan gran fe en la diplomacia, pero advierten un claro encadenamiento entre las capacidades militares y la misma. Están convencidos de que la capacidad militar puede dar un "pequeño empujón con el codo" a la diplomacia dentro de ciertos límites y sin cruzar el umbral de la guerra.
Los británicos son, por otra parte, los maestros mundiales del proceso diplomático y del uso de la fuerza militar en el clásico estilo clausewitziano, como una extensión del proceso político por otros medios, haya sido o no cruzado el umbral de la guerra.
La conducción argentina durante el conflicto, expresó el punto de vista de que la Argentina tiene demasiada historia como para no tomar decisiones. En los EE.UU. y Gran Bretaña decimos que uno comienza su historia con cada guerra. Eso hace las contabilidades y las tomas de decisiones más sencillas.
No tiene importancia sí estos puntos de vista argentinos son históricamente correctos o no. Lo que cuenta es que esos criterios tuvieron un profundo impacto en las decisiones argentinas durante el preludio del conflicto.
De particular interés para los militares profesionales es la brecha entre las premisas en que basaron sus decisiones los gobernantes británicos por un lado y las que usaron para basar las suyas los argentinos por el otro. Entre la ocupación de las islas el 2 de abril y el hundimiento del Belgrano, el 2 de mayo, las autoridades argentinas actuaron en la convicción de que estaban envueltas en el manejo de una crisis diplomática. Los británicos lo hicieron en la convicción de que estaban en guerra.
El objetivo político argentino era "una solución diplomática para recuperar la soberanía sobre las islas". Los objetivos británicos, "defender los intereses de los residentes en las islas y castigar la agresión".
Se puede afirmar que Argentina perdió la guerra entre el 2 y 12 de abril, cuando no aprovechó la oportunidad que tenía para emplear buques de carga en el transporte de artillería pesada y helicópteros para sus fuerzas de ocupación y equipo pesado para el movimiento de tierra que hubiera permitido al personal en la isla prolongar la pista de Puerto Argentino para que pudieran operar sus A4 y Mirage. La indecisión basada en el preconcepto argentino de que era imposible derrotar a los británicos en un conflicto armado, fue el elemento dominante en el resultado final.
CONTINUA
Última edición por Sergio DAlesio el Mar Mayo 21, 2013 11:37 pm, editado 1 vez